La discapacidad es una temática muy presente en la Argentina y necesaria de atender. Las dificultades con las que viven las personas con algún tipo de ellas representan actualmente el 10,2 por ciento del país según el censo realizado en el 2010 por el INDEC. La educación, pilar de la formación intelectual y social del ser humano, es una de las grandes áreas a atender.
Según la Convención Sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad realizada en el año 2006, se entiende por discapacidad a “aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás.”
La Convención contempla las barreras con las que se encuentran las personas a la hora de desempeñarse en los diferentes ámbitos de la vida, es decir, busca brindar las herramientas y posibilidades de que exista una inclusión y equidad de competencias.
A principios de siglo XX, la Argentina adoptó un sistema de “unidad nacional” el cual buscaba homogeneizar a la población para formar una única cultura argentina. Dentro de esto se incluye la educación, en la que se estableció la idea de fomentar el crecimiento y desarrollo de todos los niños y niñas por igual. Lo que no contempló este sistema fueron las personas con discapacidad.
La Argentina no poseía un modelo educacional especial que aborde y contenga las necesidades latentes de la sociedad. Esto no fue sino hasta los años 70 con el “Informe Warnock” publicado en 1978 en Gran Bretaña, en el que se destaca el principio de “normalización”, que afirma la igualdad de objetivos de formación tanto para las personas con discapacidad como para los que no poseen ninguna de ella.
Para el año 2006, la Argentina aprobó la Ley de Educación 26.206 que contempla en el capítulo 8, artículos del 42 al 45, brindar las posibilidades a través de diferentes herramientas de una educación igualitaria. Cuestiones esenciales como adaptaciones edilicias, enseñanza por braille, capacitación a los docentes, enseñanza con lengua de señas para las personas sordas.
Si bien existen instituciones que se dedican a la educación especial, la verdadera inclusión todavía es una realidad muy lejana para las personas con capacidades diferentes. La falta de adaptación de los colegios y las universidades en cuanto a rampas y ascensores constituyen solo una punta del iceberg de las necesidades diarias.
La escasez de intérpretes y la adecuada capacitación a los docentes sobre estas problemáticas está muy atrasada. La falta de inclusión en Corrientes y Chaco (este último posee los colegios N° 7 y 11 adaptados para atender esa situaciones) es una materia pendiente que tienen como provincia, materia que necesitan resolver cuanto antes para ayudar a una verdadera igualdad.